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En las villas porteñas se estimulara la lectoescritura por medio de un sistema traido de hardvard

 

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Desde el Norte Americano, Estados Unidos, una docente de la universidad de Hardvard, Doris Sommer,  recorrió el Barrio 31, la villa 21-24, Los Piletones y Villa Soldati para capacitar a docentes de la Ciudad Autónoma  de Buenos Aires para explicar un sistema de enseñanza que estimula en los niños y adolescentes la lectoescritura y la lectura a través del arte, y que es “un compendio de diversas prácticas populares latinoamericanas”.

Convocada por el Instituto de la Vivienda de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la profesora de Literatura y Lenguas Romances de la Universidad de Harvard, Doris Sommer, quien también dirige el Centro de Estudios Africano y Afroamericano en su universidad de origen recorrió el Barrio 31, la villa 21-24, Los Piletones y Villa Soldati para capacitar a docentes sobre esta práctica

Sommer explicó a la agencia de noticias TELAM SE, que el programa “Pre textos”,  es “un compendio de diversas prácticas populares latinoamericanas” de enseñanza de la lectoescritura y de incentivo a la lectura y a la comprensión y que “ya fue aplicado con mucho éxito en Brasil, el Caribe Hispano, México, Perú y algunas zonas de Europa”, dijo. y Agregó  que “pre Textos no es otra cosa que un sencillo protocolo pedagógico para abordar textos desafiantes, que usa como materia prima la creación artística”.

La profesora destacó que con este programa “retomamos una larga tradición humanista de intervención cívica en la Universidad y estudiamos cómo las intervenciones artísticas y culturales pueden ayudar a mejorar el aprendizaje y, en este caso, a leer mejor”.

Sostuvo además que “junto al placer de realizar algo creativo, cualquier texto difícil, desafiante y hasta aburrido se convierte en un juguete que sirve como punto de partida para hacer una radiografía de ese texto. De esta forma alentamos el deseo de leer, aprender y mejorar la lectoescritura”.

El proyecto tiene su origen en el siglo pasado, cuando trabajadores tabacaleros del caribe hispano realizaban sus manualidades y un lector o “facilitador” leía en voz alta un texto.

Esto generaba preguntas acerca de ese texto y los trabajadores -de origen muy humilde y muchos de ellos analfabetos- se convertían en “trabajadores ilustrados”.

“Tomar un documento desafiante común pre-texto para hacer arte, convierte incluso a los lectores más reacios en fanáticos de textos complejos. Un efecto secundario importante es que el bullying desaparece. Sin sermones acerca de valores, la ciudadanía se experimenta como admiración por los demás y confianza en sí mismo”, indicó.

Uno de los lugares que recorrió Sommer fue el Barrio 31 de Retiro. Allí, al no haber una escuela, muchos chicos tienen que desplazarse fuera de los límites de la ex villa, y a veces son estigmatizados.

Allí la escolarización está a cargo de vecinos y miembros de ONGs. Fuentes oficiales estimaron que son 11.000 los niños que están escolarizados en el barrio 31, quienes, en su mayoría, deben desplazarse hacia colegios de La Boca y Barracas.

“El protocolo se inicia cuando el facilitador empieza a leer en voz alta, mientras otros hacen manualidades o cualquier labor creativa, el facilitador hace la primera pregunta y eso genera curiosidad. Con esa curiosidad rompemos el egoísmo y la competencia del aula”, precisó la docente de Harvard.

Indicó que con un sencillo protocolo “se activa la lectoescritura, la innovación y la ciudadanía. Cuando una persona se concentra en una manualidad pierda la noción del tiempo y permanece concentrado para adentrarse en un texto”.

 “Escuelas, centros culturales, lugares de trabajo, cualquier lugar es bueno para aplicar este protocolo y el guía no debe ser necesariamente un maestro sino un ’facilitador’ que aprenda a seguir el protocolo y saber conducir las respuestas”, explicó.
Durante su recorrida, Sommer habló con vecinos, docentes e integrantes de las ONG que dan clases de apoyo en esos barrios vulnerables.

Sostuvo que “ya en cuatro meses se notan diferencias notables, a los niños les encanta leer y se quedan en el aula a hacer proyectos de esa lectura sin ninguna obligación”.

Y recordó. “En México, jóvenes que estudiaban moléculas complejas se quedaron varios días fuera de clase para saber cómo aplicar ese conocimiento a otros ámbitos, mientras que estudiantes de una clase de inglés llegaban mejor predispuestos y activos para aprender en la siguiente hora, que era de física”.

 

 

Fte: Telam - GCBA
Redacción / Edición: Libralato Romina
publicación: 15 de agosto de 2017 - caracteres 4377

   

 

 

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